Habíamos recuperado fuerzas durante la noche en el refugio de Hrafntinnusker y albergábamos la esperanza de que el día se fuera despejando. El clima en Islandia es muy voluble y este fue el panorama que nos encontramos al despertar, llovizna y niebla.

Partíamos sobre las 11:00 de la mañana rumbo a Álftavatn con nuestras mochilas sobre la espalda y bien protegidos para las inclemencias del tiempo, en un clima impredecible.

Recorrimos unos cuantos kilómetros atravesando impresionantes lagunas de nieve que parecían no terminar nunca.

Es probable que algunas agencias puedan informar que este trekking no requiere preparación física. Sin embargo, aunque el esfuerzo es moderado, yo me atrevería a decir que si es necesario cierto entrenamiento previo y conviene estar acostumbrado a caminar en montaña, porque nunca se deben subestimar las dificultades.

Tras andar durante un par de horas, el día parecía querer despejarse, comenzaban de nuevo los colores, en especial los radiantes verdes mezclados con la vitalidad de una tierra de fuego y el blanco de la nieve.

Era casi la hora de almorzar pero preferimos avanzar un poco más y alcanzar un bucólico mirador con vistas al lago Álftavatn, de una belleza sobrenatural. Así que con la mirada perdida al infinito, nos tomamos un tentempié con un curioso síndrome de embriaguez que provocaba un paisaje capaz de alimentar el alma.

Con esta buena recarga de energía y la hermosa panorámica nos fuimos acercando al lago y al cabo de dos horas tras vadear a pie un pequeño río llegábamos a nuestro destino.

El refugio de Álftavatn se encuentra en una zona privilegiada y es uno de los más espaciosos de la zona, con capacidad para 72 personas. La estructura se remonta al año 1979. Comparado con el anterior, este cuenta con más servicios, una cocina más amplia y un comedor muy acogedor.En la cabaña contigua hay baños y duchas con agua caliente.
Si algo se fomenta en Islandia, es el buen uso de este bien escaso. Las duchas calentitas en los refugios son de pago y duran como máximo cinco minutos, pasado este tiempo, te puede caer un buen jarro de agua congelada.

Muy cerca, próximo al Refugio hay un Bar, algo excepcional en las Tierras Altas donde te pueden preparar algo de comer e ideal para tomar una buena cerveza islandesa, mientras nuestra guía, excelente cocinera, nos preparaba la cena.