Una tarde por Mogarraz, el pueblo de las «Mil caras». Salamanca.

Un entramado de calles se abría a nuestro paso y podría parecer que estábamos en uno de esos pueblos de cuento anclado en el pasado o en la Bretaña francesa donde se suceden un compendio de fachadas rebosantes de personalidad. El sabor medieval rezumaba a través del empedrado de este curioso pueblo salmantino emplazado en pleno Parque Natural de Las Batuecas, en la Sierra de Francia, a poco más de una hora de la capital salmantina.

Pero, antes de perdernos por esta villa de origen francés, no podía faltar una inmersión en su gastronomía tradicional para probar alguno de sus platos estrella, como las exquisitas “patatas meneás” con torreznos en una de las mejores cocinas de la zona, como la del Restaurante Mirasierra.

Ahora que nos econtramos a las puertas del pueblo, es momento de zambullirse por el “pueblo de las mil caras” para descubrir su esencia sin una ruta definida y admirar una recopilación artística que asoma por casi todas sus casas de adobe, piedra y madera, porque Mogarraz, es una verdadera joya y un museo al aire libre.

Llamaba especialmente la atención el frontal de las casas engalanado con balcones a que no les faltaba detalle y unos curiosos retratos que forman parte del “Proyecto Retrata2 – 388”, en el que mucho han tenido que ver un fotógrafo aficionado, los vecinos mogarreños y un artista local con mucho ingenio.

Estas imágenes, se colgaban por primera vez, hará unos nueve años y cuentan con una interesante historia. Os la relataré en los siguientes párrafos para que no pase desapercibida una cruz ornamental que data del siglo XVII, al lado de la ermita del Humilladero y que revelaba el origen judío de este pueblo. En su capitel se podían apreciar talladas unas calaveras.

Fuente del Humilladero

Salamanca cuenta con ejemplos excepcionales y diversos de humilladeros desde el siglo XII. Una muestra de ello, es la Fuente del Humilladero del siglo XIII, que se encuentra en la trasera de la ermita que lleva su nombre y que recogía el agua en una pila bautismal.

Las fuentes y los dinteles grabados en la piedra, son otra muestra de ese pasado judío. Sin embargo, me sorprendía que en la misma fachada de la fuente, hubiese un botón charro, el retrato de una mujer con un traje que parece charro y otra vestida de monja.

Profundizo un poco sobre el botón y leo que esta pieza de filigrana, puede ser un elemento de protección. Tantos años criándome tan cerca de este símbolo de la cultura salmantina, y ahora me entero a través de las crónicas, que la bola del centro que representaba la capital protegida por las ocho restantes se referían a las comarcas que existían en edad medieval.

Volvemos a la historia de las fotografías, y para ello, vamos a retroceder unas cuantas décadas.Todo comenzaba una mañana de otoño, en el año 1967 cuando 388 mogarreños tuvieron que sacarse o renovar el DNI. Alejandro Martín Criado, un vecino de la villa, se encargó de retratar a todos y cada uno de ellos.

Cuarenta y cinco años después, su viuda compartía los negativos con Florencio Maillo Cascón, un artista local Licenciado en Bellas Artes y Profesor Titular en la Universidad de Salamanca.

En el año 2008, gracias a la recuperación de este archivo fotográfico, Maillo comenzaba a madurar el proyecto antropológico de Mogarraz calcando a mayor escala y pintando sobre chapa reciclada las primeras fotografías de los lugareños.

Y es en 2012, con la clara intención de estimular recuerdos en positivo, cuando esta manifestación cultural vio la luz por primera vez y las fachadas de la villa cobraron vida. Hasta ese momento, nadie había podido ver ninguna de las imágenes.

Cada retratado se ha asociado con su vivienda familiar. Para los que no tenían hogar, la Iglesia del pueblo, en homenaje a Nuestra Señora de las Nieves, fue el lugar elegido para custodiar la memoria de estos mogarreños.

El acontecimiento tuvo una importante repercusión, incluso internacional.

No me extraña que llegaran turistas desde Estados Unidos o Japón a este pueblo de la sierra salmantina y allá, por el año 2014, se le considerase uno de los más bonitos de España, y en mi opinión, uno de los más bellos de la Sierra de Francia.

Mogarraz nos había brindado un paseo muy agradable por todo su Conjunto Histórico-Artístico y un interesante guiño a su vida artesanal en el Museo Etnográfico. En su arquitectura perduraba esa atmósfera de antaño que busca inmortalizar el recuerdo colectivo, a través de los mas de 800 rostros que desde este verano, ya formaban parte de este memorial.

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