Etapa 1. Landmannalaugar- Hraftinnusker. Trekking del Landmannalaugar. (Islandia).

Montaña de riolita. Landmannalaugar.

El trayecto en autobús desde Reikiavik hasta Landmannalaugar duró unas tres horas. Nos esperaba una inolvidable experiencia colectiva en la tierra del fuego y el hielo. No muy lejos del refugio de Landmannalaugar, en las inmediaciones de un paraje inhóspito, en plena región de Suôurland, un 19 de agosto penetrabamos la la“puerta del infierno”, como era llamado en la Edad Media.

Carretera de tierra. Hekla.
Carretera de tierra cercana al volcán Hekla en dirección a Landmannalaugar.

A nuestro paso se alzaba un estratovolcán de 1.491 msnm. Los volcanes son uno de los distintivos de Islandia y el amigo Hekla es uno de los volcanes más activos de la isla, actualmente su cámara magmática está completamente llena y según los geólogos, se encuentra listo para entrar en erupción.

Volcán Hekla
Volcán Hekla

Landmannalaugar, el que fuera nuestro punto de partida, se encontraba en la Reserva natural de Fjallabak del, al este del volcán Hekla.

Landmannalaugar
Pasarela hacia el río de agua termal. Landmannalaugar.

Un par de horas después del baño en el río de agua termal y del almuerzo, emprendíamos el viaje hacia las Tierras altas Islandesas, por el sendero de Laugavegur y así comenzar nuestra primera etapa de trekking.

Landmannalaugar
Piscina termal en Landmannalaugar.

Una vez escuché las siguientes frases, “el camino ya es la meta; la ladera ya es la cima”. “Lo importante no es llegar a la cumbre, sino disfrutar del camino”. Y para mi, tanto en este viaje como en otros, no significa ir siempre hacia delante, de vez en cuando hay que girarse para ver la belleza de lo que dejamos atrás.

Landmannalaugar
Panorámica del Refugio de Landmannalaugar

El recorrido nos dejaba sin aliento por el magnetismo del paisaje. Era como penetrar en otra dimensión.

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El corazón se abría en equilibrio con el medio ambiente mientras transitábamos entre extensos campos de lava, con la frágil obsidiana negra presente en cada paso, que evidenciaba la gran actividad geotérmica de la zona.

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Avanzábamos entre charlas amortiguadas, atrapados por el ritmo de las colinas de riolita. Este mineral volcánico pertenece al grupo de las rocas ígneas, se le atribuyen propiedades curativas y está compuesta en gran parte por cuarzo, feldespato y blenda esfalerita.

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Nos encontrábamos inmersos en un paraíso natural muy soberbio y comenzaban a verse las primeras montañas multicolores moteadas de nieve.

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Caminábamos por una de las superficies geotermales más extraordinarias del planeta. Ahora bien, la etapa no entrañaba ninguna dificultad, únicamente el cansancio por no haber descansado la noche anterior.

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El terreno ponía de manifiesto el colorido pintoresco de un mundo muy especial, el aroma de un universo de extraña belleza. Tonos cobrizos, ocres, verdes, blancos…

Fumarolas

Estábamos en medio de la nada. El olor a azufre anunciaba las primeras fumarolas y pozos de lodo hirviendo, lo que hacía que nuestra andadura cobrara un atractivo adicional.

Las fumarolas se forman por la filtración del agua fría dentro de la tierra, que al llegar hasta el magma, se caldea y vuelve de nuevo al exterior en forma de vapor, unas con más presión que otras.

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De vez en cuando volvíamos la mirada para apreciar lo que habíamos recorrido. La percepción de cansancio fue eclipsada en todo momento por la grandeza del paisaje. Todo nos cautivaba.

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Reanudamos el camino, ya estábamos en la recta final a pocos kilómetros del refugio Hraftinnusker, donde pasaríamos la noche. Llovía nuevamente y el panorama se transformaba radicalmente.

Así es Islandia. ¡Imprevisible!.

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El tiempo volvía a detenerse frente a un escenario en blanco y negro. Atravesamos varios neveros con el único sonido que producían nuestros pasos al hacer crujir la nieve. Era como pisar cristales rotos en un océano de paz.

Tras 14 km llegábamos al Hraftinnusker.

Hrafntinnusker
Llegando al Refugio de Hrafntinnusker

Os cuento algo sobre este refugio. No hay duchas, solo baños mal ventilados, por lo que en caso de necesidad, la tarea puede convertirse en una pequeña odisea. En esta ruta, cargar las baterías de los móviles y cámaras se complica, por lo que conviene poner el modo avión y optimizar los equipos fotográficos.

Por lo demás, nuestra guía nos hizo una cena deliciosa y descansamos divinamente para empezar con muchas ganas la siguiente jornada.

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