El sábado pasado, después de unos meses, volví a dar rienda suelta a mis botas de «senderismo» para conocer una de las rutas más hermosas que he recorrido con el fin de descubrir nuevos paisajes que nos ofrece la bella Gran Canaria.
Fuimos guiados durante aproximadamente durante 14 kilómetros de aventura, con la ayuda de Jose Santiago, greógrafo y buen conocedor de los maravillosos rincones de la isla, que nos llevó desde el «Garañón» hasta Tejeda, haciendo escala en el simbólico «Roque Nublo«. La dificultad de la ruta se presenta media/baja.
Iniciamos la ruta comn entusiasmo en el Garañón, un campamento que se encuentra situado en un entorno fantástico, a una altitud de 1.700 metros de altitud, en en en los Llanos de la Pez ( Pinar de Tejeda).

La jornada nos acompañó muy generosa, con un intenso cielo azul capaz de cautivar la mirada del caminante, y una temperatura enviadiable que enriquece aún más, esta forma de conectar con la naturaleza.
Los pinares canarios embriaban el ambiente con un verde profundo, mientras avanzábamos por senderos pedregosos y atesorábamos instantes con la cámara, en dirección al monumental Roque Nublo.
Esta parte del trayecto transcurrió sin dificultad, atentos a todo lo que nos rodeaba y deleitados por los paisajes que discurren a nuestro paso, en el camino que llega a la Presa de los Hornos. Entre ellos, el ya nombrado y conocido para muchos, el Roque Nublo.
Para quienes no tienen el placer de conocerlo, se trata de un monolito de origen volcánico que se alza vigoroso 80 metros por encima de su base y que debe su forma a la erosión del material que le rodea. Podéis apreciarlo en la parte superior izquierda de la imagen, con gesto altivo y dominante, insinuándose a las laderas de la Caldera de Tejeda, en en pleno corazón de la isla de Gran Canaria.

Seguimos adentrándonos en la naturaleza sin dificultad, y tras una pequeña bajada llegamos al Mirador de la Presa de los Hornos, también llamada Presa de la Cumbre. A partir de este punto, comienza la subida hasta llegar al asfalto y conectar con el ascenso al Roque Nublo.
Continúamos coleccionando instantes y prestando atención al paisaje. La diversidad de plantas autóctonas es fascinane, y algunas montañas se cubren de un mar denso de nubes bajas, para hacernos el camino más interesante.
Y pasito a pasito, la belleza se funde con este santuario natural. La naturaleza nunca dejar de sorprendernos y de repente se asoman dos roques muy pintorescos: La Rana, por su parecido a un anfibio y un radiante Nublo anunciando, que ya estamos unos 1.800 metros sobre el nivel del mar.
Afrontamos el último tramo de subida con una panorámica muy singular. Como diría Cicerón:
«El estudio y la contemplación de la naturaleza es el natural alimento de la inteligencia y el corazón.»


Una nueva cita con en este paraje natural. Después de este reencuentro, el camino comenzó con un descenso por el sendero que lleva al barrio de La Culata. Coincidiendo con la hora de comer, hicimos un alto en el camino para recuperar una buena dosis de energía sentados en sobre piñas y pinocha seca.
Lo cierto es que, cuando te conviertes en un urbanita, como yo, te das cuenta de lo valiosos que son estos momentos, lo hermosa y conmovedora que es la naturaleza, y que poco la disfrutamos.
Tras el descanso, reanudamos el camino serpenteante con dirección a La Culata deslizándonos por un horizonte infinito de sendas pedregosas, con la satisfacción de haber realizado gran parte del recorrido. ¡Menudos paisajes nos abordan..! Piedras, charcos, matorrales, pinos y alguna roca caprichosas.
¡Que hermoso silencio reina en el ambiente!
Esta parte del trayecto hasta el pintoresco barrio de La Culata fue muy singular, a la vez que fascinante. De repente, la ruta nos sorprende con alguna reliquia de lo que algún día fue una casa en medio del barranco. Aparecen los primeros almendros en flor, que embellecen especialmente la zona.
Si parece que estamos en otras parte del planeta … ¡Una casa cueva!. Verdaderamente interesante y emocionante. Por un momento me trasladé a «Hobbiton«. Un escenario de película.
Los almendros rocíaban el entorno, aparecieron los primeras tuneras con sus frutos de color rojo intenso. Con cada paso nos íbamos acercando a las primeras casas. Jamás había estado por estas moradas que ofrecen al caminante, un crisol de tonalidades y una luminosidad muy seductora. ¡Me encantó conocer esta zona rural!
Estábamos en la recta final y Jose Santiago, nuestro guía, quiso poner la guinda al pastel con el «Charco de las Palomas«, un rincón encantador y desconcertante que con sus reflejos verdes, anunciaba el final de nuestra primera ruta en 2017 y espero, la primera de muchas.
Como despedida os dejo con este cesto que se encuentra en la carretera, llegando a Tejeda, con una mirada al Roque Bentayga, otro de los pilares que llenan de magia la cumbre de Gran Canaria y que se encuentra dentro del Parque Rural del Roque Nublo.
Una reflexión para terminar y nos vemos en la próxima ruta…
«Mantén tu amor hacia la naturaleza, porque es la verdadera forma de entender el artes más y más». Vincent Van Gogh.